Imaginen esta situación: estamos en un colegio de 1.000 familias. Se efectúa una votación para elegir si la fiesta de fin de curso se celebra el 18 de junio o el 19. Un total de 599 familias votan por el día 18. 401 familias no votan. Ninguna familia vota por el día 19. El Gobierno de Navarra decide que la fiesta sea el día 19. Esto es lo que puede pasar con la jornada continua o partida a partir del próximo curso: el Departamento de Educación de Carlos Gimeno, en un acto de despotismo antidemocrático, obligará a los colegios que quieran jornada continua a que igualen o superen el 60% del voto del censo. En un colegio de 1.000 familias, por tanto, 600 tienen que votar por la continua. Si votan 599, dará igual que no haya un solo voto a favor de la partida, bastará con que 401 familias se hayan quedado en casa. Sin ir tan lejos, bastaría con que 200 voten a favor de la partida y 201 se queden en casa. ¿Eso es democracia o es una imposición prácticamente directa del tipo de jornada que quieren Gimeno y Educación?
La jornada continua permite recoger a los hijos a las 2, a las 3, a las 3.30, a las 4.30, sin estudio alguno que aclare si académicamente sea peor que la partida, donde tienes que sacar a tu hijo a la 1 y llevarlo a las 3 corriendo para que coma y con la tripa llena siga estudiando o dejarlo en el comedor a unos 200 euros mensuales porque por tus horarios no puedes llevarlo a casa. Las apymas del 85% de los colegios públicos que ya tienen jornada continua han ofrecido en su mayoría actividades extraescolares bien dignas y a precios muy ajustados para que el alumnado al que sus padres no pueden recoger antes de las 4 y media se forme y entretenga en otros campos. Los que los recogen a las 2 comen con sus hijos en casa, descansan y tienen toda la tarde libre. Como un funcionario que sale a las 3. Cámbiale ahora el turno. Despotismo igual es quedarme corto.