El Departamento de Educación vuelve a cambiar las reglas del juego para que los colegios que tienen ahora mismo jornada continua puedan volver a tenerla el curso que viene. Resulta que el 85% de los colegios públicos de Navarra eligieron libremente mediante votación que optaban por la continua y ahora el Departamento de Gimeno, en lugar de que sean quienes quieren volver a partida los que voten, obliga a todos los colegios a partir de una jornada partida y el que quiera que vote para pasar a continua. Ventajas e inconvenientes parecen tener ambas, como es lógico, y ventajas e inconvenientes vemos padres y madres.
No voy a entrar a valorar qué prefiero yo, puesto que cada padre y madre es un mundo y cada situación familiar distinta, pero sí me gustaría recalcar dos cuestiones: los adultos peleamos por una jornada laboral continúa, no veo qué nos difiere de los pequeños. Y, al margen de eso, me sumo a la queja de bastantes familias en cuanto al proceso que al parecer se va a tener que seguir para instaurar la jornada continua en 2024. Según el borrador de orden foral, para instaurar la jornada continua va a tener que votar afirmativamente el 60% del censo total de cada colegio interesado, siempre y cuando previamente se haya aprobado la consulta en las instancias oportunas. No el 60% de los votos emitidos, no, sino el 60% del censo total.
Esto supone que una familia que no vota directamente entra al saco de seguir como jornada partida. Esto es, directamente, un abuso, cuando no una casi directa imposición de jornada. Se puede discutir si un 50% del voto emitido es insuficiente y que el 60% es más correcto –a mi así me lo parece–, pero lo que es indiscutible es que no puedes manipular de base una votación para que tener una jornada continua sea una odisea, cuando, con sus defectos, se ha demostrado perfectamente que es una opción cuando menos correcta.